Jaime White
EL APOSTOL PABLO DEL MOVIMIENTO
Nació el 4 de agosto de 1821 – Murió el 6 de agosto de 1881
Los Adventistas del Séptimo Día nunca han conocido a un ejecutivo y dirigente misionero más talentoso y capaz que Jaime White. Fue también un poderoso evangelista público. No solo participó con William Miller y José Bates y tantos otros predicadores en la proclamación del advenimiento de nuestro Señor cerca de 1840, sino que sobrevivió al movimiento millerita para llegar a ser el primer gran apóstol de la causa Adventista del Séptimo Día.
La palabra “el primero” se aplica a Jaime White como a ningún otro ministro en la iglesia. Fue el publicador del primer periódico editado por los Adventistas del Séptimo Día, La Verdad Presente, (1849). Fue el primer editor de la Review and Herald (1850), del Youth’s Instructor (1852), y también del Signs of the Times (1874). Podría haber sido el primer presidente de la Asociación General, pero rechazó el honor ofrecido por la mayoría de sus hermanos porque había sido jefe defensor de la Organización de la Iglesia. No quería que la gente pensara que estaba elaborando un puesto para sí mismo. Sin embargo, fue presidente de la Asociación General entre 1865-1867, 1868-1871 y 1874-1880.
La contribución de Jaime White a la iglesia fue tanto en el campo de publicaciones como en el de liderazgo y administración de la iglesia. Si hubo un fundador de la Review and Herald Publishing Association fueron él y su esposa, Elena G. de White. Lo mismo podría decirse de la Pacific Press Publishing Association. Jaime White fue el patrocinador y promotor de estas dos grandes instituciones.
Murió el 6 de agosto de l881, cuando tenía solamente sesenta años. Literalmente se mató a sí mismo trabajando. Se elevó a tal estatura que fue difícil persuadir a otros hombres a encargarse del trabajo, pues ellos pensaban que él estaba calificado para hacerlo mucho mejor. Su esposa le aconsejó que compartiera sus responsabilidades. Trató de hacer esto, pero Jaime White era una figura grandiosa, un excelente financista y administrador, escritor, evangelista y ejecutivo. Los hermanos se apoyaron tanto en él que la imponente figura cayó. Sus sesenta años de vida fueron gastados generosa y sacrificadamente. Ningún otro ministro adventista del séptimo día hizo más que él para construir altos principios y eficiencia dentro de la vida de nuestras iglesias e instituciones.
Ver: Captains of the Host, págs. 45-59, Footprints of the Pioners, págs. 117-122, Pioneer Stories Retsed, págs. 59-76.
Una Historia Sobre Jaime White
Jaime White nació en Palmyra, Maine, el 4 de agosto de 1821. Era descendiente de uno de los peregrinos que vinieron en el “Mayflower” en 1620. El hecho de que creció en una granja montañosa en Maine y vivió en un hogar humilde únicamente añade interés a la historia de su vida.
En su juventud fue un maestro de escuela. Llegó a ser un ministro de la denominación cristiana de Maine. Aceptó los puntos de vista de Miller sobre la segunda venida y tuvo éxito en la predicación de la doctrina de la pronta venida del Salvador.
En enero de 1843, a mediados de un frío invierno de Maine, fue a más de 100 millas de distancia a lomo de caballo, escasamente cubierto y sin dinero, para trabajar entre extranjeros. En una ocasión un grupo, instigados por no creyentes, se juntaron alrededor de la casa de reuniones y quitaron las ventanas. Cuando el joven ministro empezó a orar, una bola de nieve silbó a través de la ventana y salpicó el techo. Este fue el comienzo de un fusilamiento de bolas de nieve que se estrellaban en el techo y lo mojaban a él y a la Biblia. Cerrando su Biblia, empezó a mostrar los terribles sucesos del día de Dios. Fue inspirado para dar esta clase de sermón como nunca había sido capaz de hacerlo antes. Rápidamente, bajo el curso de su elocuencia, el alborotador de la gente se calmó. Al hablar, sacó un clavo de su bolsa, el cual le había sido arrojado y le había pegado en la frente la noche anterior. Sosteniendo el clavo dijo:
“Algún pobre pecador me lanzó este clavo anoche. Dios se apiade de él. El peor deseo que tengo para él es que en este momento esté tan feliz como lo estoy yo. ¿Por qué debía resentirme por este insulto cuando a mi Maestro se los pusieron a través de sus manos?
“En ese momento levantó sus brazos y colocó sus manos sobre la pared detrás de él, en la posición de Cristo en la cruz. Con lágrimas corriendo por sus mejillas, el joven ministro llamó a los pecadores al arrepentimiento. El efecto fue poderoso. Más de cien estaban llorando y muchos de ellos se levantaron para orar”.
“Terminando la reunión, el joven trató de salir a través de la multitud. Alguien lo tomó del brazo, lo guió y ayudó a través del gentío. El no conocía a esta persona, sin embargo, le parecía singularmente familiar. Cuando el Sr. White pasó a través de la multitud, perdió a su compañero y nunca supo sobre la identidad de ese protector enviado del cielo. Sus pláticas continuaron en ese lugar por tres o cuatro noches sin la menor oposición, y esto dio como resultado un reavivamiento general”. Pioneer Stories Retold, págs. 64-65.
En un lugar el joven Jaime White celebró reuniones públicas y doscientos conversos se unieron a la iglesia.